miércoles, 1 de mayo de 2019

Xerox Xerox Xerox Xerox

Aquí os dejo algunas citas destacadas del capítulo Xerox xerox xerox xerox del libro Aventuras empresariales.

¿Para qué necesitamos muchas copias de este o aquel documento? No harían más que ocupar espacio, serían una tentación para ojos curiosos, y además un desperdicio de papel.

Puede parecer algo paradójico que este gran crecimiento coincidiese con el rápido ascenso del teléfono, pero en realidad no lo es tanto, pues a lo largo de la historia se ha demostrado una y otra vez que el aumento de la comunicación entre personas por el método que sea, lejos de limitarse a cumplir su propósito, invariablemente crea la necesidad de más y más comunicación.

Todo aquel que hubiese adquirido acciones a finales de 1959 y las hubiese conservado hasta 1967 habría visto cómo su inversión se multiplicaba por 66, y quien hubiese tenido la extraordinaria visión de futuro de comprar Haloid en 1955 se habría encontrado con unos asombrosos rendimientos 180 veces superiores a su inversión.

Fijar objetivos elevados, tener aspiraciones casi inalcanzables, infundir en la gente la seguridad de que se puede lograr cualquier cosa, es tanto o más importante que mantener un balance equilibrado.

Hasta entonces, la gran ventaja de Xerox había sido la misma de la que suelen disfrutar las empresas pioneras en la oferta de un producto o servicio de gran éxito: la posibilidad de cobrar por él un precio elevado, aprovechando la falta de competencia.

Como resulta inevitable que suceda con todos los avances tecnológicos, este gran invento, que hace unos años constituía una fabulosa novedad, pronto pasará a ser un producto común y corriente, al alcance de todo el mundo». Poco a poco, el sector se estaba inundando de nuevos productores baratos. Una empresa, en una carta enviada a sus accionistas en mayo, incluso preveía que en un futuro no muy lejano se llegaría a poder vender máquinas copiadoras «como juguetes» por poco más de 10 o 20 dólares (de hecho, un modelo de 1968 se puso a la venta por 30 dólares), e incluso llegó a aventurar que algún día las copiadoras se ofrecerían gratis para promocionar las ventas de papel, de la misma forma en que ya era tradición regalar maquinillas de afeitar para promocionar la venta de cuchillas.

En 1966 se podía adquirir una unidad por 27.500 dólares, o bien alquilarla por 25 dólares al mes, y al menos unos 49 dólares en copias, a 4 centavos cada una. Estos precios estaban deliberadamente fijados para hacer más atractivo el alquiler que la compra, pues Xerox había calculado que así obtenía mayores beneficios.

Esa sangre fría resultó estar totalmente justificada, ya que en menos de un mes las acciones habían recuperado todas sus pérdidas, y unos meses después alcanzaron un máximo histórico.

Todo el mundo estaba entusiasmado con el proyecto. Los sindicatos olvidaron temporalmente sus quejas y agravios, y los jefes olvidaron sus rangos profesionales. Llegó un momento en que era difícil distinguir a un ingeniero de un obrero. Nadie era capaz de desconectar del trabajo: si por ejemplo se te ocurría ir al laboratorio un domingo, cuando la cadena de montaje estaba inactiva, la mayoría de las veces encontrabas a más de uno realizando algún ajuste o simplemente yendo de aquí para allá admirando el trabajo realizado. En otras palabras, la 914 estaba por fin en camino.»